viernes, 12 de agosto de 2011

Camino Español - 5ª etapa: Basel - Barr (116 kms.)

Esta mañana parece que el tiempo va a darnos tregua, y las previsiones indican que subirán las temperaturas a medida que avance la semana. ¡Ya era hora!
Hoy la ruta va a ser un poco más larga (5 ó 6 kms.) porque hay que ir desde el camping de Reinach hasta el principio del track que tenemos marcado en el centro de Basel. Tengo que decir que los Garrapateros no me van a dejar escaquearme de ninguna etapa porque me han erigido en perro guía, pero voy a plantearme el darles un curso acelerado de Gps para que se muevan con el Garmin sobre el manillar. Y yo pienso: -si por utilizar  el móvil te multan, qué no te harán por ir trasteando con el gps durante todas las horas que me paso sobre la bici. Por cierto, hoy me toca la bici de Alfredo. ¡Qué perro, siendo más ligera que la mía, no me extraña que no le viera en el Sant Gottardo!
Bueno, vamos a por la etapa de hoy. Decir que es plana es poco; ha sido soporífera y  poco estimulante. Pensemos que los 116 kms. de hoy han dado un desnivel acumulado de 260 mts. Otro dato: salir de Basel nos ha costado 12 km. ¡y bien derechitos que nos ha llevado “el enano del manillar”! Y otra curiosidad es, que no deja de ser anecdótico que la aduana entre Suiza y Francia se encuentre en mitad de una calle de Basel.
Hoy eran los dos Alfredos quienes llevaban los vehículos, y habíamos quedado con ellos en Kembs, sobre el km. 30, pero íbamos tan bien acoplados a una media superior a 23 km/h. que decidimos continuar (los ruteros pensarán que vaya cagada de media, pero con BTT’s y atravesando ciudades está pero que muy bien).
Robert looks quite happy in spite of problems with the front wheel

 Y seguimos ruta hasta que la rueda delantera de la bici de Roberto empezó a ir baja de presión; unos cuantos viajes de bomba y a funcionar. Como Fermín y Carlos se descolgaban por detrás, -más por vagos que por falta de fuelle-, se aprovechaban esos momentos para inflar la rueda. Luego enganchaban y otra vez todos juntos.
Siempre con el Rhin a nuestra derecha fuimos atravesando ciudades como Ottmarsheim, Rumersheim, Heiteren, o Petite Hollande. Llegamos a un punto en que los pueblos rivalizan en adornos florales; si a los hoteles se les adjudican estrellas, estos pueblos tienen un baremo de 1, 2, 3, o 4 flores. Y de verdad que los hay impresionantes.
También pueblos como Kunheim o Mauchen, con sus casas perfectas y calles perfectas, parecen levantados para gente perfecta, y dan la sensación de que estén gobernados por un poder alienante. Casi sectario, diría yo. Pero, ¿seguimos con la bici?
Hay veces que las grandes y llanas rectas no te dejan ver lo que hay a los lados de la carretera porque ruedas acojonado temiendo que te salten encima los Niños del Maíz, porque… ¡anda que no hay kilómetros y kilómetros de campos de maíz!

Hemos entrado en la región de Alsacia y los maizales de las zonas llanas empiezan a dar paso a las viñas que con raquíticas cepas dan el vino de la zona que, a decir verdad, está muy rico. Riesling y Gewurzirtaminer son dos variedades de las que Bernardo y yo nos hemos agenciado unas botellitas para catar en casa, no sin antes haberlo probado aquí.
No todo va a ser bicicleta, ¿o no?
En esta ocasión Alfredo, nuestro porteador de lujo, nos esperaba con los víveres en Neuf-Brisach, ciudad fortín con doble foso perimetral alrededor de la misma. Decir que el paso por Selestat nos impresionó. Bueno, en realidad nos impresiona todo cuando pasamos con la bici, pero una vez que llegamos a destino, mientras que nos duchamos y salimos, todo el mundo desaparece, todo el comercio cierra a las seis, y nos quedamos solos allí donde vamos. Una pena, vaya.
Barr (Alsacia)
Llegados a Barr, y esto tengo que decirlo, Roberto, Bernardo, Gustavo y yo, pillamos alojamiento en una mansión. Vamos, como marqueses. Había que aprovechar la racha de que, una vez fuera de Suiza, todo nos pareciera infinitamente más barato.
Barr es otra bonita ciudad liberada de los alemanes por el ejército americano y entregada a sus habitantes el 28 de noviembre de 1944. Sus plazas, sus terrazas, sus vinos, y sus camareras, todo un encanto.     

2 comentarios:

Vieja Ceravieja dijo...

para alcanzar la perfecta perfección falta que los precios sean más asequibles para los tristes bolsillos españoles, pero bonita, lo que se dice BONITA, Suiza es un rato largo...

Clifford dijo...

Ahí te doy toda la razón; si hay algo que no se echa de menos al abandonar Suiza, son su precios. En la comida, principalmente, se nota un güevo. En cuanto sales de allí dan ganas de gastar la pasta.