viernes, 12 de agosto de 2011

Camino Español - 3ª etapa: Andermatt - Lucerna (89 kms.)

Pues sí que ha perdonado la noche y ha aguantado sin llover, pero abandonamos el elitista pueblo de Andermatt bajo unas nubes y una niebla que para qué.
Para hoy nos había avisado Bernardo que había que llevar luces en la bici por la cantidad de túneles que tenemos que atravesar; no sea que nos pase lo que a Contador en el Galibier.
El Rubio bajando Andermaat
La salida de Andermatt puede ser diabólica o bucólica, así que optamos por lo segundo. Y digo diabólica porque durante más de 30 kms. es un acusado descenso que, a excepción de las primeras curvas, se puede hacer a fuego. Pero no; lo hicimos bucólico primero porque el Rubio no estaba como para tirarse como él solía hacer tiempo atrás, y segundo porque a cada curva te parabas a fotografiar el puente en el que Napoleón dice que guerreó para dominar este estratégico paso, o la cascada más estruendosa, o una especie de puente tibetano con terrazas y pasarelas de aproximación.
Con 35 kms. hechos, nuevamente la lluvia nos obligaba a parar y dejar que pasara la tormenta, que bastante nos mojamos ayer. Son chubascos que apenas duran 10 min. pero que dejan el asfalto empapado y a ti como un cristo.
Flüelen. Inicio del lago de Lucerna
Si el paisaje ya era de 10, nos bastó llegar hasta Flüelen para alcanzar un extremo del lago de Lucerna e imaginarnos que el resto de la ruta de hoy iba a ser de traca. Llevábamos 50 kms., rodar a orillas del lago no podía tener muchos desniveles, y encima el viento nos daba de culo. ¡A gozar! Pero empezaban los túneles y había que poner atención. ¿Pero esto qué es? ¿Hasta carril bici por dentro del túnel? Y no solo eso, sino que en la mayoría de ellos (…y fueron unos cuantos) el carril bici rodeaba el túnel por el exterior de la pared que daba al lago o por otros túneles que fueron la anterior carretera. Todas las obras e infraestructuras están pensadas en pro del ciclista.
En muchas ocasiones, el recorrido se desviaba de la ruta principal, haciendo una entrada por la calle principal de las múltiples poblaciones que rodean el lago; y de verdad qué envidia de casas, de calles, de coches, …Es otro nivel de vida. Ahora bien, a las ocho de la tarde, ni un alma en la calle.
Bueno, volvamos a la bici, porque para los últimos kilómetros hizo falta apretar de lo  lindo por el cambio de dirección del viento; así que el final se hizo un poco pestosillo, aunque el paso por ciudades como Gersau o Weggis compensaba el esfuerzo.
Esta etapa la hicimos Carlos, Bernardo, Alfredo B., Roberto, y yo. Alfredo H., Gustavo, y Benja nos esperaban en el camping de Lucerna con las viandas que dimos cuenta a orillas del lago, acosados por patos, cisnes, fochas, y demás especies de aves acuáticas. Como no podía ser menos, Lucerna se precia de ser una de las ciudades de Suiza más fotografiadas y más ilustremente visitadas, y por eso estábamos nosotros allí. ¡Ea!

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